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Club de mentirosos. 3 de 3.

Solo quería largarme de la ciudad, aunque sea por una semana. El mejor pretexto fue inscribirme en el programa de brigadas para ayudar a comunidades marginadas. Servicio social. Entonces ahí iba, rumbo a Papantla, Veracruz. Atravesando la ceiba y contemplando inmensos platanales que me recordaban a algunos buenos capítulos de “A prueba de todo”. En serio la quería en mi vida, indeterminadamente. Jamás supe a ciencia cierta quien fallo o que fallo. Solo nos dejamos. Otra mala experiencia con el amor y esta vez no quise martirizarme, ni emborracharme, ni seguir el protocolo del dolido. Solo quise distraerme y alejarme de ella.  “Será mejor que empaques sleeping , casa de campaña y varias cosas más, porque allá dormiremos en medio de la selva o donde nos den alojo” me dijo el coordinador de la brigada un día antes de partir y juro que se me dibujo una sonrisota en la cara, me excitaba la nueva aventura. Mi decepción fue cuando llegamos al municipio de Papantla y nos r

Club de mentirosos. 2 de 3.

Se despierta Tlaxiaco. ¿Acaso una ciudad noctambula? Son casi las 9 de la mañana y empieza uno que otro estrepito de accesorias. Poca gente sobre las principales avenidas. Un lugar de clima bipolar. La neblina, al igual que los pobladores, apenas se levanta. Si esto fuera un viaje de placer, no habría mucho con que entretenerse. Tlaxiaco tiene algo que no acabo de entender, es un lugar que no termina de definirse y que no encuentra un punto de conciliación que no sea el de sus paisajes naturales. En su nombre lleva el título de ciudad, pero tiene toda la cara de pueblo.   Las veces que paso por la plaza principal, no falta quien me ofrezca muestras gratis de pulque. Este es mi quinto día y sospecho que, igual que los días anteriores, terminare tomando en algún lugar de por aquí. Es mi tercera y última brigada para liberar el servicio social. La tarea es sencilla: llevar a los pueblos un poco de información universitaria citadina y   “elevar en los pobladores ese espíritu de supera

Club de mentirosos. 1 de 3.

15 de diciembre de 2010. Sentado en la mesa de una fonda en una escondida reserva ecológica ubicada en los extremos del estado de México y pocos kilómetros del santuario de la mariposa monarca en Michoacán, estoy yo tomando café y escuchando a la indígena (dueña de la fonda) originaria de Patzcuaro, contándome la historia de su vida. Pensé que la vida no podía ser más monótona para alguien que no sea yo. En el último mes he tenido un reacomodamiento de personalidad, una bipolaridad oscilando cada 12 horas. Monotonía y euforia. Falta mucho para definirme como persona, es una ruleta girando demasiado rápido y no sé donde vaya a parar esto, si seré lo que la sociedad espera o seré el monstruo que excita y da miedo. Estaba yo en que pensaba que la vida no podía ser más monótona hasta que llegue aquí, por causas del servicio social de la universidad, para hacer el trazo de una tubería que debiera llevar agua de un manantial a una comunidad rezagada. Desde hace cinco días no he visto

Primavera con todas sus esquinas rotas.

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                                                                        Así nomas de la nada decidió suicidarse, sin tanto protocolo, sin nota en la almohada, sin razón, fiel a la frase de Sabines: sin alborotar. Tomó la 9 mm (y dale con la misma arma ¿acaso no conoceré otra?), la cargó con solo una bala mientras pensaba en todo lo bueno de la vida: sus amigos que lo estimaban, su desempeño escolar que todos reconocían, tantas chicas, tantos viajes, su familia que lo consideraban como el único chingon de la manada. Mientras se paseaba la pistola por la sien, miraba de reojo la televisión y se carcajeaba con las tonterías de Peter Griffin. En cuanto terminó Family Guy y pasaban los créditos, jaló del gatillo y cayó de lado en la sala. Aun sigue ahí la mancha de sangre. Determinación. Sinceridad. Autocontrol. Racionalidad. Egoísmo. Me contaron que de los 40 a los 50, las personas son más propensas al suicidio, hay grandes cambios en tu vida y por todo mariconeas . La misma pe

Reasons to believe.

Otro comercial de la vida y seguir pensando que coca-cola tiene razón: reasons to believe . No os preocupéis, que estoy aquí para hacerles gris el día. Basado en un estudio (hecho por mí) realizado en el 2010 sobre la situación actual del mundo. (Favor de leerse lo siguiente mientras escuchan Whatever de Oasis e imaginan que yo la estoy tocando y   un grupo de niños de segundo grado de primaria me hacen coro.) Por cada tanque que se fabrica en el mundo… se fabrican 131 mil peluches… de los cuales 50 mil jamás se venderán, 50 mil se regalaran para después acabar en la basura y el resto se usara para transportar droga y burlar las aduanas. Por cada bolsa de valores que se desploma… hay 10 versiones de “what a wonderful world”… e idiotas retorciéndose los dedos mientras se alumbran con una lámpara para que la sombra de las manos en la pared parezca un oso cantando la misma canción.  Por cada persona corrupta… hay 8 mil donando sangre… porque si no, no operan a sus familiares o po

Temporada de mentiras.

Catorce años y pensaba que su vida era una novela. Grave error. ¿Acaso nunca supo cual es el mejor truco del diablo? Paso su tercer año de secundaria en drogas, rocanrol, vive-rápido-muere-joven. Tantas maquetas en casa de la mejor amiga, tantas idas de pinta, tantos “necesito dinero para…”, los padres nunca verán mas allá de “m’ija siempre llega antes de las 4”. Un tabaco a la salida, un novio de 18, free de 25, sexo con un perfecto desconocido, carita de yo-no-hago-nada-malo, caspa de diablo en la nariz pa’ sentirse mayor. Pero que carajos podemos esperar si su masa encefálica siempre estuvo expuesta a las estimulaciones de Televisa, canciones de Avril Lavigne e ideología barata o nula. Cosas de la modernidad y el desarrollo de la sociedad del siglo XXI. Ahora me es difícil recordar su nombre, creo que empezaba con J, pero se en que acabo su novela: en un círculo vicioso sin final feliz, a la espera de aquel príncipe azul que le rescate de ese infierno llamado soledad, depresión, fl

Miércoles de ceniza.

A quien carajos le importaba: un moco en la nariz a la vista de todos. Yo le miraba con cara de “a-este-wey-ke-le-pasa”. Chamarra azul, lentes nike, niño rico. El seguramente me miraba con cara de “este wey es un burlome-de-todo”. A quien carajos le importaba. Borracheras, bromas, exámenes; todo se nos olvido el día en que nos miramos a los ojos a menos de 5 centímetros y en posición de duelo. El esperando a que le golpee en la cara y yo haciéndome el rudo ante mi mejor amigo. Terminamos siendo el chisme semanal de universidad. Pero solo pasaron 3 meses antes de abrazarnos como homosexuales en fiesta del orgullo. Mujeriegos, irresponsables, borrachos, sarcásticos. La dupla perfecta. Aun recuerdo ese día en el bar del chino (quien lo puso en el hospital), diciéndonos mutuamente que somos unos cabrones. Algo salió mal. El ahora en el hospital y yo embriagándome como siempre. Cosas de hombría, nada de cursilerías, eres tan patético como divertido, pero realmente te extraño, amigo

The big lie.

We need to be different people. Our country is rotted and we don’t do anything to change this situation. We can never speak English, before that, we have to change our thoughts: you can’t think or speak in another language if you don’t understand that language culture. ‘I didn’t my homework’, ‘I will pay my debts tomorrow’, ‘I hope to win the lottery’… are Mexican phrases, is like the song says: “what about your dreams? Mexican…”, we are lazy, we are unreliable, we are betrayer. I’m talking about the first world: USA. I don’t like the American culture (the open minded culture), but I have to accept that they are better people than us. It’s difficult to explain the situation, we have beautiful places and we have delicious spicy food, pretty women. In Mexico there are many intelligent people; we have Jaime Sabines, Jose Alfredo, Hector Gonzales, Marcos, Mario Molina… but we have never appreciated that at all. The USA has modernity, has good leaders, has money, but more over, USA h

Punto y aparte.

El sicario veía fijamente los ojos de su víctima mientras se guardaba la nueve milímetros en el saco. Tendido en el suelo, yacía un hombre de unos 40 años, con la cabeza ensangrentada y dos agujeros casi simétricos en la frente. Siempre había sido lo mismo: matar por dinero. Una ecuación simple. Políticos, empresarios, mendigos, padres de familia, mujeres, malos, buenos… nada de eso importaba: eran datos extra para él, era basura sin importancia. Apenas y se molestaba en saber el nombre (mismo que olvidaba al siguiente día) y algunos datos de rutina. Joven, alto, delgado, sin ninguna expresión en el rostro, el sicario observaba con cierta curiosidad al hombre tendido en el asfalto y con la cabeza sobre un rio de sangre. Alzo su mano derecha y se dibujo una cruz en el pecho. A muchos miles de kilómetros de ahí, Madison Ivy se prepara para su siguiente escena en el set. Con especial cuidado se pone esa tanga que tanta gracia le causa, la mini-falda entablillada y el escote haciendo jue