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Mostrando las entradas de febrero, 2011

Punto y aparte.

El sicario veía fijamente los ojos de su víctima mientras se guardaba la nueve milímetros en el saco. Tendido en el suelo, yacía un hombre de unos 40 años, con la cabeza ensangrentada y dos agujeros casi simétricos en la frente. Siempre había sido lo mismo: matar por dinero. Una ecuación simple. Políticos, empresarios, mendigos, padres de familia, mujeres, malos, buenos… nada de eso importaba: eran datos extra para él, era basura sin importancia. Apenas y se molestaba en saber el nombre (mismo que olvidaba al siguiente día) y algunos datos de rutina. Joven, alto, delgado, sin ninguna expresión en el rostro, el sicario observaba con cierta curiosidad al hombre tendido en el asfalto y con la cabeza sobre un rio de sangre. Alzo su mano derecha y se dibujo una cruz en el pecho. A muchos miles de kilómetros de ahí, Madison Ivy se prepara para su siguiente escena en el set. Con especial cuidado se pone esa tanga que tanta gracia le causa, la mini-falda entablillada y el escote haciendo jue